“la indecisión paraliza la capacidad de razonamiento, la capacidad creativa, reduce la confianza en sí mismo, apaga el entusiasmo, conduce a la incertidumbre, distrae la concentración del esfuerzo, destruye la ambición, ensombrece la memoria e invita al fracaso en toda forma concebible.”
Pero no solo afecta a nuestras capacidades y rendimiento. La indecisión genera estrés y perjudica nuestra salud; empeora nuestro estado de ánimo y condiciona nuestra conducta y relaciones con los demás; y mientras retrasamos la toma de una decisión, paralizamos la empresa y perdemos dinero o mucho dinero. Ni que decir tiene lo que ocurre cuando la indecisión está en el gobierno del país..
LA IMPORTANCIA DE TOMAR UNA DECISIÓN
Dicen que el presente es consecuencia de las decisiones que tomamos en el pasado mientras que el futuro depende de las decisiones que tomamos en el presente. A menudo se nos olvida que el día está lleno de decisiones y aunque algunas nos parezcan irrelevantes realmente no somos conscientes del impacto y consecuencias que tienen.
Por ejemplo, a veces nos vestimos con lo primero que pillamos sin darnos cuenta que nuestra imagen condiciona nuestro estado de ánimo, nuestra confianza en nosotros mismos y en consecuencia nuestro rendimiento en el trabajo. Igualmente nuestra imagen incide en cómo nos perciben los demás (compañeros, clientes, desconocidos, etc.) y en consecuencia en cómo se relacionan con nosotros.
No darle importancia a las decisiones hace que en muchas ocasiones dejemos que sean los demás quienes las tomen por nosotros, poniendo nuestro futuro en sus manos. Pero si de esto hacemos un hábito por comodidad, porque es más fácil dejar que sean otros quienes piensen por nosotros, y dejamos de asumir nuestra responsabilidad, podemos caer en el victimismo, perder nuestra confianza y culpar a los demás y al entorno de lo que nos sucede, que parece mejor que culparse a sí mismo. Incluso se llegan a dar trastornos psicológicos en los que tomar una decisión intrascendente se convierte en un mundo y siempre tienen la duda de si su elección sería la correcta.
Pero ojo, hay que tener en cuenta que ya desde pequeños, cuando nuestro cerebro se está aún desarrollando, nos educan siendo los adultos quienes toman las decisiones por nosotros. Esto se convierte en un aprendizaje que a muchos les cuesta superar.
PORQUÉ ES TAN COMPLICADO TOMAR UNA DECISIÓN
Decidir significa elegir una entre varias opciones y elegir significa perder las opciones que no elegimos. Poder perder significa riesgo y el riesgo implica miedo a equivocarse en la elección.
El miedo genera duda, inseguridad y confusión y ya tenemos un círculo vicioso donde nos podemos quedar atrapadas días y días.
Hay varios estudios de Neuromarketing que demuestran que cuantas más opciones para elegir tengamos más complejo se torna la elección y más posibilidades hay de que nos vayamos de una tienda sin comprar nada. Piensa en una librería o en una tienda de ropa. ¿Cuántas veces te has ido sin comprar por no saber cuál elegir?. Este conocimiento se utiliza hábilmente para organizar los productos de tal manera que la decisión sea más fácil. Un ejemplo muy cotidiano es cuando nos vamos a comer a un restaurante cuya carta tiene varias hojas. Compara el tiempo que tardas en decidir qué comer ahí comparado con un McDonalds.
Otro hecho demostrado es que tomamos las decisiones emocionalmente y luego las justificamos racionalmente. La decisión emocional se hace casi automáticamente mientras la racional podemos llevarnos días para reunir información y crear argumentos convincentes que nos permitan defenderla. Piensa por ejemplo cuando te quieres comprar una casa. Si entras en una que conecta contigo instintivamente ya sabes que esa es la que quieres. Sin embargo, entonces empiezas a compararla con las anteriores y buscar argumentos para tratar de convencer a tu parte racional (….) o a tu pareja.

EL ORIGEN DE LA INDECISIÓN
En el ejemplo anterior hablaba de parte racional y emocional. Si lo llevamos al cerebro nos referimos al hemisferio izquierdo (racional, analítico, lógico, etc.) y al derecho (intuitivo, emocional, creativo, etc.). Todas las personas tienen un hemisferio dominante en parte porque es el que más han ejercitado. Nuestra educación occidental apunta prioritariamente al hemisferio izquierdo: matemáticas, lenguaje, etc.
Poniéndolo en palabras sencillas existe un hemisferio que es objetivo y otro que es subjetivo, y esta configuración genera sin darnos cuenta un PENSAMIENTO BIPOLAR, es decir, dos partes en aparente contradicción. Esto justifica por ejemplo porqué una parte de nosotros quiere hacer ejercicio para mantenernos en forma y la otra prefiere quedarse en casa y evitar el esfuerzo, o fumar y dejar de fumar, o miles de ejemplos que de seguro se te están pasando por la cabeza. Esa segunda parte siempre tiene excusas convincentes que nos frenan o boicotean en la consecución de nuestros buenos propósitos.
Esto también justifica porqué en muchas ocasiones nuestros pensamientos y palabras no se corresponden con nuestras acciones, perdiendo integridad e igualmente la confianza de los demás.
LA SOLUCIÓN: APRENDER A NEGOCIAR CON UNO MISMO
Por suerte a día de hoy la PNL o Programación Neurolingüística nos ofrece varias herramientas prácticas muy útiles para estos casos en los que nos sentimos confusos o indecisos. Una de mis favoritas tiene el nombre de INTEGRACIÓN DE PARTES, llamada así porque te permite tomar conciencia del conflicto interno, analizarlo y alinearlo con objetividad y encontrar nuevas soluciones conciliadoras que equilibran ambas partes. La alineación de las partes disuelve la ansiedad y la transforma en un estado de serenidad y calma muy placentero.
Se trata de una herramienta muy versátil y la empleamos con frecuencia para solucionar problemas puntuales, clarificar conceptos, desbloquear conflictos o tomar decisiones importantes que necesitan una respuesta rápida.
El gran valor de esta herramienta reside en dos atributos:
a) su EFECTIVIDAD, porque estimula el uso de los dos hemisferios, activando todas las capacidades cerebrales y generando un estado de lucidez.
b) su RAPIDEZ DE APLICACIÓN (no más de 30 minutos) permitiéndote tomar decisiones importantes con seguridad y confianza en horas, evitando la parálisis del negocio, el estrés y las noches sin dormir.
Para aprender a utilizarla, al principio necesitarás la ayuda de un facilitador profesional, pero con un poco de entrenamiento, serás capaz de interiorizarla y crear un nuevo hábito productivo muy potente. Como dice mi buen amigo Paco Pons, pasas de PRE-OCUPARTE dándole vueltas incesantes a la cabeza a OCUPARTE de ti mismo. Felices fiestas.
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