¿Por qué nos cuesta tanto trabajo cambiar y vivimos en un bucle en piloto automático?
De eso y de lo que hay que trabajar para poder cambiar es lo que te voy a hablar hoy.
Con un caso real, claro, de este mismo martes.
Te cuento.
Hace un par de semanas comencé a entrenar al gerente de una empresa (teniendo sólo al propietario por encima).
Su problema: cuando en la empresa eran 4 gatos él lo hacía todo. Ahora son 24 y él lo sigue haciendo todo.
Está cansado de que todos vengan a preguntarle continuamente sobre temas que deberían resolver ellos.
Cansado de tener que controlarlo todo, siempre estresado, porque los demás no son competentes y van a su ritmo.
Cansado de estar en ese bucle donde no puede hacer su trabajo importante porque le hace el trabajo a los demás.
El objetivo que quería conseguir era aprender a delegar para que la plantilla pudiera funcionar bien sin él.
Esa primera reunión fue fácil. Diseñamos el cambio por fases, con los pasos a dar y finalizamos con un plan de acción con el que salió muy motivado.
El pasado martes tuvimos la segunda reunión.
Cuando le pregunté por progresos me confesó que realmente no había avanzado. Todo seguía igual.
Me dijo que la carga de trabajo había sido brutal y no tuvo tiempo de hacer nada.
Le di la enhorabuena porque entonces había tocado hueso. Hoy tocaba trabajo de verdad.
Se me quedó perplejo mirando con curiosidad.
Hoy tocaba investigar barreras. Las barreras que habían impedido que ejecutara su plan.
Y no me refería a barreras externas. A las circunstancias. Me refería a las barreras internas. A cómo reaccionaba él frente a las circunstancias.
Analizamos la fuerza de los hábitos y cómo funcionamos en piloto automático frente a señales aprendidas.
Me refiero a cuando te llega un mensaje en el móvil, te entra una llamada, un email, una petición de tu jefe o de un cliente, etc.
Tendemos a reaccionar de forma inmediata, impulsiva, adictiva. Nuestro cerebro nos controla y nos cuesta la vida resistirnos a no mirar el móvil, a no responder, a decir No.
Nuestro autocontrol frente a esas tentaciones diarias no está entrenado. Lo fácil es dejarse llevar. Dejar que todo eso de fuera controle cada paso que damos.
Pero hay más. Seguimos profundizando.
Detrás de esos impulsos hay emociones. Emociones descontroladas.
Este gerente ahí descubrió algo muy importante. Su necesidad de controlarlo todo venía impulsada por un miedo.
El miedo a no tener respuesta. El miedo a equivocarse en su respuesta. El miedo a que su error le hicieran dudar de él. El miedo a que esa duda le pudiera hacer perder su puesto..
En definitiva, el miedo a la opinión negativa de los demás.
Identificamos ese miedo que tanta tensión e inseguridad le generaba y lo desmontamos.
Porque su necesidad de control le controlaba a él y le impedía parar, delegar, confiar, salir del bucle.
Así que salió de la reunión con un nuevo foco: de querer controlarlo todo a querer controlarse a sí mismo.
Moraleja: cuando no conseguimos los cambios que queremos, el problema no está fuera, está dentro.
Espero que te sea útil.
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